Concilio De Jerusalén. Nombre dado a la reunión de los
líderes de las iglesias en Jerusalén y Antioquía, la cual se relata en Hechos
15:2 al 29. Ocurrió cerca del año49 al 50 después de Cristo, como consecuencia
de acaloradas discusiones acerca del carácter que el cristianismo debía mantener
entre los gentiles. La Iglesia, que se consideraba como el verdadero Israel,
esperaba que el cristianismo continuara según las normas del Antiguo Testamento.
Sin embargo, la conversión de multitudes de gentiles hizo surgir al menos dos
inquietudes. Por un lado, quedaban por aclarar las implicaciones que tenía para
la iglesia el pacto que Dios había hecho con Abraham, un pacto que había de
permanecer para siempre e incluía la CIRCUNCISIÓN (Génesis 17:9 al 14). Por el
otro, había una serie de factores anexados a las relaciones permisibles entre
gentiles y judíos.
Las inquietudes mencionadas cristalizaron en dos
preguntas básicas:
1) ¿Era legítimo el directo acercamiento de Pablo y Bernabé a los
paganos si estos no cumplían los requisitos del judaísmo?
2) ¿Cuál debía ser el reglamento en el futuro? ¿Debía procederse en base
a una norma conveniente o en base a la Ley de Dios?
La práctica de comer juntos judíos y gentiles en las
iglesias de Antioquía y Galacia escandalizaba a los hermanos en
Jerusalén, y hacía cada vez más difícil la evangelización de los judíos
de esta ciudad. Sin embargo, basándose en la aprobación evidente de Dios
con respecto a los gentiles, el concilio (Hechos 15:10) determinó no
exigir que estos pasaran por el judaísmo como medio para obtener la
salvación de Dios. Este nuevo acceso de gentiles a la comunidad
mesiánica se vio como el cumplimiento de una profecía (Amós 9:11
siguiente).
En vista a las inquietudes de los judíos y de las
demandas de la Ley, solo se pidió la abstención de las prácticas
generalmente consideradas por los judíos como herencia de la corrupción
gentil (Hechos 15:20, 29).
Son impresionantes en el relato del concilio la madurez
de los creyentes de Jerusalén y su amor hacia los de afuera. Dieron
libertad a los gentiles de acercarse sin condiciones, sabiendo que con
cada nuevo creyente gentil se complicaba más su propia tarea en
Jerusalén.
Muchos identifican el relato de Gálatas 2:1 al 10 con
el de Hechos 15, y afirman que hay una serie de discrepancias entre los
dos. Pero es más probable que Gálatas 2:1 al 10se refiera a la visita
descrita en Hechos 11:27 al 30, y que el silencio de Gálatas 2con
respecto al decreto del concilio se deba a que Gálatas se escribió antes
del concilio.
Es interesante notar que unos siete años después Pablo
mismo hizo caso omiso del decreto del concilio respecto a la carne
(Romanos 14:1 siguientes). Esto quizás indica que por aquel tiempo la
proporción de gentiles y judíos había cambiado tanto que los decretos ya
no tenían vigencia.
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