ETIOPÍA (rostros quemados). Uno de los grandes reinos de África en la época del Antiguo Testamento, situado al sur de Egipto, sobre el Nilo, en las cataratas de Syené.
Lo limitaban por el este el mar Rojo y tal vez el océano Índico, al sur las regiones del Nilo Azul y Blanco y al oeste Libia y los desiertos.
En la Biblia se le llama también CUS. Durante el período pérsico la capital se estableció en Moroë, la ciudad principal, ubicada entre el Nilo y el Astaboras (hoy Tacazzé). La parte septentrional, llamada anteriormente Seba, también recibió el nombre de Etiopía.
En parte, el país era montañoso, pero su mayor extensión era arenosa, bien regada y fértil. Entre sus productos comerciales contaba con el ébano, el marfil, el oro y las piedras preciosas. Junto a Egipto, se le nombra con frecuencia en las Escrituras que reconocen sus recursos naturales, su pujanza política y sus perversidades (Isaías 20:3 al 6; 43:3 ;45:14; Ezequiel 30;Daniel 11:43). Su relación con Israel reviste carácter político y religioso. Algunos suponen que en 2 Crónicas 14:9 al 15 al señalar a Zera, el etíope, invasor de Judá durante el reinado de Asa, 944 antes de Cristo, se trataba de un rey egipcio, una dinastía etíope o un rey de la Etiopía afroárabe.
En el reinado Ezequías, el que todo el tiempo hizo lo bueno delante de Dios, Tirhaca rey de Etiopía, menospreció a Jehová el Señor, se burló de Dios para amedrentar a Ezequías. En 2 Reyes 19:9 al 12 dice así:
Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra. Entonces volvió él y envió embajadores a Ezequías, diciendo: Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú? ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar?
El etíope, tesorero de la reina Candace, mencionado en Hechos 8:27 al 39 (compárese Salmos 68:31), nos hace suponer que en aquel país había judíos de nacimiento o por religión, quienes lo persuadieron a aceptar su fe. El evangelio tomó auge allí desde el siglo 4, al traducirse toda la Biblia del griego al antiguo idioma de Etiopía.