Rubén. Hijo de Jacob, su primogénito, nacido de LEA. Su historia
sería digna de elogio si no estuviera manchada por el pecado de cohabitar con la
concubina de su padre (Génesis 35:22, 23). Por esta razón perdió la
PRIMOGENITURA (Génesis 49:3 siguiente), dictamen que siglos después aún se
recordaba (1 Crónicas 5:1 siguiente).
A pesar de esto, parece que Rubén siempre gozó de cierto honor por
ser el hijo mayor de JACOB (1 Crónicas 5:3; Números 1:20; 26:5) e hijo
obediente (Génesis 30:14).
Cuando sus demás hermanos quisieron matar a José, primogénito de Raquel,
Rubén trató de salvarle la vida (Génesis 37:20 siguientes; 42:22), y
actuó en forma responsable como hermano mayor (Génesis 37:29 siguiente).
Por esta razón José no retuvo a Rubén como rehén en Egipto sino a
Simeón. Cuando habló con su padre por sus hermanos, Rubén ofreció sus
dos hijos como garantía del feliz regreso de Benjamín (Génesis 42:37).
Como subdivisión de Israel, Rubén ocupa su lugar y cumple con sus
deberes a la par de las otras tribus. Pero su historia se ve manchada
por dos incidentes:
(1) su participación con Datán y Abiram en la rebelión de Coré
(Números 16:1, 12 al 14, 24 siguientes; 26:9 al 11; Deuteronomio 11:6) y
(2) su falta de resolución frente al reto de Débora cuando esta
emprendió guerra contra Sísara (Jueces 5:15).
Moisés como profeta vio que Rubén no jugaría un papel importante en la
historia de Israel (Deuteronomio 33:6), pero el profeta Ezequiel toma
nota de la futura recuperación de Rubén (48:31), al igual que el vidente
de Apocalipsis (7:5). Sin embargo, siempre Rubén ocupa el segundo lugar
después de JUDÁ.
El resto de la historia de Rubén es interesante a pesar de carecer de
brillantez. Al salir de Egipto, contaba con 46:500 guerreros (Números
1:20) y después de la peregrinación tenía 43:730 (Números 26:7). Durante
los cuarenta años Rubén ocupó el primer lugar en los campamentos, al
lado sur (Números 2:10).
Cuando estaban en marcha, ocupaba el lugar más cercano delante de
Leví, la tribu que siempre llevaba el tabernáculo (Números 2:16, 17).
Al llegar a Transjordania, Rubén y Gad quedaron encantados de la tierra
porque se prestaba muy bien para apacentar sus numerosos ganados
(Números 32:1), y pidieron la región como su patrimonio (Números 32:2
siguientes).
Moisés accedió cuando prometieron ayudar con la conquista del otro
lado del Jordán (Números 32:6 al 32; Josué 5:12). A su regreso
edificaron el altar del testimonio (Josué 22). El territorio que Moisés
dio a Rubén había sido moabita, pero los amorreos se lo habían quitado a
Moab.
En la época de los jueces, Rubén tomaba parte en la vida casi anárquica
de su pueblo. Sus límites eran el río Arnón por el sur, el mar Muerto
por el oeste, el desierto por el este y una línea no muy estable por el
norte que hoy se podría fijar en el Wadi Hashban (Josué 13:15 al 23).
Rubén tenía su ciudad de refugio (Josué 20:8) y sus ejidos para los
levitas (Josué 21:7, 36; 1 Crónicas 6:63, 78 siguiente). Los rubenitas
dieron soldados para el ejército de David (2 Reyes 10:32, 33) y
finalmente fueron llevados cautivos por Tiglat-pileser (1 Crónicas 5:6,
25 siguiente).