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El Origen del Odios contra los Judíos

Resumen del Holocausto Judío

Detalle del Holocausto Nazi

El Origen del Odios contra los Judíos

Es preciso saber que el racismo anti-judío (el antisemitismo) es muy antiguo. Ni Hitler ni los alemanes lo inventaron. El odio contra los judíos tiene orígenes religiosos. Al comienzo solo era un asunto religioso. Los católicos no admitían que los judíos rechazasen creer que Jesús era el "hijo de Dios", el Mesías. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión mayoritaria de Europa, los judíos fueron perseguidos regularmente. Hubo periodos de calma en que se los toleró, y periodos de persecución como durante las Cruzadas, en la Edad Media.
En 1096, los judíos de Spira, Worms, Maguncia y Colonia, en Alemania, fueron masacrados a comienzos de la Cruzada.
 
Otro ejemplo: El rey Felipe el Hermoso expulsó a los judíos de Francia en julio de 1336, sin olvidar confiscar sus bienes.

Los judíos fueron acusados entonces de crímenes contra los católicos: por ejemplo, se contaba que los judíos, el día de Pascua, debían raptar y sacrificar un bebé cristiano. Se decía también que los judíos envenenaban los pozos y, en caso de epidemia, se decía que era culpa suya. Se les ha atribuido un papel de "chivos expiatorios" o de "cabeza de turco": cuando algo marchaba mal, se acusaba a los judíos por ser diferentes del resto de la población.

Nacimiento del antisemitismo en el siglo XIX:

Más tarde, en el siglo XIX, desde que los judíos fueron equiparados al resto de los ciudadanos (desde 1.791 en Francia), ciertos sectores católicos y de la derecha reprocharon a los judíos su excesiva fidelidad a la República. Varios periódicos antisemitas vieron la luz en esta época, en particular los publicados por Drumont.

¿De qué se acusaba a los judíos? De todo y de lo contrario al mismo tiempo:

- Si eran pobres, eran parásitos, sucios, piojosos...

- si eran ricos, eran usureros que adoraban el dinero y arruinaban a los católicos.

El caso Dreyfus y el antisemitismo en Francia.

En Francia, a partir de 1.895 el célebre caso Dreyfus muestra la importancia del antisemitismo. Un capitán del ejército, Alfred Dreyfus, fue acusado de espionaje. Era judío: por lo tanto, debía ser culpable. El ejército rechazará durante años reconocer su inocencia, llegando hasta el punto de poner en libertad al auténtico culpable y de elaborar pruebas falsas contra Dreyfus. Los partidarios de Dreyfus sostuvieron una intensa lucha, consiguiendo que se le declarara inocente a comienzos del siglo XX.

Hitler retomó el antiguo antisemitismo y le añadió oscuras teorías autodenominadas "científicas" que probaban la superioridad de la auto-titulada "raza aria" (y con ella, de todos los alemanes) sobre la "raza judía". Para ello se apoyaba en las teorías, bastante confusas, enunciadas en particular por el francés Gobineau, en el siglo XIX.
 
Hitler entró en contacto con el antisemitismo existente en Viena cuando era joven: Hitler, sin oficio, sin alojamiento, vagabundo, deberá en aquellos tiempos refugiarse en un asilo para transeúntes. Es en esta época cuando entrará en contacto con periódicos antisemitas. Todo su odio se proyectará desde entonces contra los judíos.
 
En "Mein Kampf" ("Mi lucha"), Hitler compara continuamente a los judíos con "parásitos" de los que hay que desembarazarse. Afirma que hay una "sangre alemana" y una "sangre judía" (lo que científicamente es absurdo) y que es necesario purificar a Alemania del judaísmo.